Es una historia que pasó el domingo en Roses. Dos equipos de la categoría de alevines (11 años) se enfrentaban en un amistoso. Los equipos eran AE Roses y la Fundación Sánchez Llibre. El equipo de la fundación solo tenía 10 jugadores, pero había un niño de 6 años, Robert (hermano de un jugador), que quería jugar a toda costa. Al final le pusieron la camiseta y saltó al campo. Desentonaba por la diferencia de estatura, pero eso no le importó al chiquitín para correr detrás de la pelota, aunque nunca llegaba a tiempo. Poco a poco, los jugadores de su equipo se dieron cuenta de las ganas que le ponía y empezaron a jugar para él. Creaban buenas jugadas y, cuando estaban a punto de meter un gol, le pasaban la pelota. Robert hacía lo que podía, pero le era imposible superar a los defensas. Aquí empezó lo más bonito del partido y de la temporada. Los niños del equipo contrario se dieron cuenta y también empezaron a jugar para Robert. En una jugada que llevaba la pelota el valiente delantero, los defensas empezaron a caerse y el pequeño futbolista llegó ante el portero, al que batió sin que se notara su colaboración. Todos gritaron gol. Incluso los contrarios, que corrieron a abrazar a Robert. Los jugadores de ambos equipos se abrazaron juntos aupando al pequeño. Gracias AE Roses por hacer inmensamente feliz a un niño de 6 años. Y gracias a los niños que jugasteis aquel partido, porque disteis un espectáculo que va más allá de la mera deportividad. Demostraron que en un terreno de juego se puede hacer algo más que ganar, perder o empatar. Se pueden compartir ilusiones, cosa que muchas veces los adultos no entienden y estropean.
Los jugadores alevines del AE Roses y la Fundación Sánchez LLibre aúpan al pequeño Robert, de 6 años, al acabar el partido. Foto: VICENÇ GASULLA
DECÁLOGO DE LOS PADRES DEL DEPORTISTA
1.Ayuda a tu hijo/a en la elección del deporte que va a practicar a partir de dos principios básicos: cada niño es importante, cada niño es diferente. No obligues nunca a tu hijo/a a practicar un deporte que no desea. Comprueba que tu hijo/a practica el deporte de una manera saludable y que las instalaciones, los técnicos y la filosofía del club están a la altura de tus deseos y expectativas. Además, analiza si los horarios, los desplazamientos y los gastos resultan compatibles con otras prioridades familiares.
2.Interésate por las actividades deportivas de tus hijos y colabora activamente en las tareas del club. Si sabes escuchar y dar buenos consejos, si aplaudes el esfuerzo y te preocupas más por cómo se lo pasa el niño/a que por los resultados que obtiene, no sólo estarás contribuyendo a crear un buen ambiente de equipo sino que, además, serás un modelo positivo de comportamiento para todos.
3.Aunque conozcas bien el deporte que tu hijo o hija practica, deja que los técnicos realicen con tranquilidad su labor. Sin duda, es responsabilidad del entrenador estar preparado para organizar los entrenamientos, planificar los ejercicios y actuar de forma imparcial en la toma de decisiones; pero, también es responsabilidad de los padres respetar esa función y dejar que el entrenador desempeñe su trabajo.
4.Enseña a tu hijo/a a respetar y cuidar las instalaciones y el material deportivo que utiliza. Es una buena forma de hacer entender a los jóvenes deportistas que hay que respetar y cuidar todo lo que nos rodea.
5.Ayuda a que tu hijo/a tome sus propias decisiones. Que vaya aprendiendo, poco a poco, a tener criterios propios y a comprometerse y responsabilizarse de ellos.
6.No acarrees a tu hijo/a más presión que la que conlleva la propia actividad deportiva. Recuerda que el deporte ya tiene, de por sí, demasiadas exigencias como para que los deportistas tengan que aguantar, además, el agobio y la crítica de los padres.
7.Condena el uso de la violencia en todas sus formas y anima a tus hijos a participar en el deporte de acuerdo con las reglas.
8.Recuerda que hay un reglamento y un código de ética deportiva que todo deportista debe conocer y respetar.
9.Haz que tu hijo/a sepa que, pase lo que pase, siempre vas a estar a su lado sin juzgarle por lo bien o mal que haya podido jugar. Si se ha esforzado al máximo y ha respetado las reglas del juego, felicítale y procura disfrutar con él de la experiencia deportiva.
10.Actúa con la sensatez y la corrección de un espectador educado. No molestes ni discutas con los demás espectadores. Emplea el sentido común y no perturbes el juego con quejas, gritos, insultos o cualquier otro comportamiento que pueda desviar la atención de los jugadores durante el partido.
¡¡Cuidado con el gato!!
El Deporte
El deporte es una actividad sociocultural que permite el enriquecimiento del individuo en el seno de la sociedad y que potencia la amistad entre todos, el intercambio entre los pueblos y las regiones y, en suma, el conocimiento y la relación entre las personas.
El deporte contribuye a mejorar la relación, el conocimiento y la expresión personales. Es un factor de integración social, fuente de disfrute, salud y bienestar.
La realización de estos valores permite la participación en la sociedad desde unas pautas distintas de las que a menudo constituyen las actitudes sociales más convencionales.
Estas pautas de participación y relación social deben contribuir al desarrollo de determinadas sensibilidades como la del respeto a las distintas nacionalidades y razas, al medio ambiente y a la calidad de vida como factores de convivencia social.
La preservación de estos valores hace necesario que el deporte recupere algunos de sus elementos tradicionales y que, por tanto, el respeto a las reglas del juego, la lealtad, la ética y la deportividad sean elementos de vertebración de los participantes en el mismo.